Asociación Torrijos 1831.
Con estos actos terminó el 5 de marzo, la sexta edición organizada por la “Asociación Manzanares. Estepona 1831”, sobre los homenajes anuales que se hacen en la villa esteponera a Salvador Manzanares y Pedro Manrique, en los que han participado la titular de Estepona, Torrijos 1831, Bandoleros de Grazalema, Bandoleros de Alameda, Málaga Recreadora y Despeñaperros bandolera. Como recordatorio, citar que Salvador Manzanares Fernández nació en Bretún (Soria) el 18 de enero de 1788. Militar perteneciente al Arma de Ingenieros, combatió en la Guerra de la Independencia, siendo hecho prisionero por los franceses, logrando escapar del castillo de Joux en 1812. En el Sexenio Absolutista hubo de exiliarse, perseguido por la Inquisición por sus ideas liberales. En el Trienio Liberal, alcanzó el puesto de ministro en 1923, exiliándose tras caer Cádiz en poder de los Cien Mil hijos de San Luís. Manzanares se refugió en Lisboa y, más tarde en Gibraltar, poniéndose en la Roca a las órdenes del general José María Torrijos, a finales de 1830.
Las arenas de la playa junto al río Cala, reviven el fusilamiento de los compañeros de Manzanares.
Por sexto año consecutivo, se ha representado el fusilamiento de los diecisiete liberales compañeros de Salvador Manzanares, en Estepona. Al igual que el año anterior, la recreación se ha realizado en la cercanía de la desembocadura del río Cala, en la playa de la Rada, con el emblemático oleaje del mar, al fondo. La ejecución de los hombres de Manzanares sucedió sobre la una de mediodía del 10 de marzo de 1831. Los fusilados fueron hombres libres que se opusieron al régimen despótico y absolutista de Fernando VII. Cuentan, que los que se habían confesado, fueron colocados mirando una cruz próxima cerca del camino a Málaga, mientras que los no creyentes lo hicieron de cara al mar. Con la presencia del teniente coronel Matilde Monasterios, los escopeteros van nombrando uno a uno a los condenados pasando al lugar donde van a ser fusilados y vendándoseles los ojos. A continuación, el pelotón realizó la descarga. La poetisa Alicia Gallego interpretó un poema en memoria de aquellos defensores de las libertades de nuestro país que allí cayeron. Si esa parte de la recreación tuvo momentos emocionales de mucha intensidad, no la tuvo menos, lo que vino a continuación. Diecisiete mujeres fueron arrojando rosas al mar, en memoria de cada uno de los liberales que allí perdieron la vida, siendo transportadas por el oleaje al interior del mar. Finalmente, una ovación proveniente de todos los sectores de la playa, compensó el esfuerzo de los recreadores El fusilamiento del 10 de marzo de 1831, queda visualizado un año más para la historia.
Ofrenda de corona y poemas, abren los sentimientos ante la tumba que alberga los restos de Salvador Manzanares y sus compañeros en Estepona.
Las asociaciones de recreaciones históricas presentes el día 5 de marzo, iniciaron un desfile hasta ascender al campo santo. Una vez arriba y con los colectivos formados ante la tumba de los liberales. Juan Bazán leyó los nombres de los allí sepultados, mientras sonaba el redoble del tambor, y tras ello, la poetisa Milagros Subiri, de la Asociación “Torrijos 1831” realizó una hermosa elegía dedicada al capitán Francisco Egido, valiente oficial y hombre de confianza de Torrijos y Manzanares, que cayó en los fusilamientos de Estepona del día 10 de marzo de 1831. También intervino el rapsoda Enrique Parapar A continuación, la Asociación “Manzanares. Etepona 1831”, realizó la ofrenda de corona, acompañado de varios de los presidentes de la Asociaciones presentes.
Una tumba que pasó décadas de olvido e ignorancia.
El 8 de octubre de 2005, la Asociación “Torrijos 1831” y el Ayuntamiento de Estepona (a propuesta de la primera), colocaron una lápida sobre la pared desnuda del cenotafio de Salvador Manzanares y sus diecisiete liberales, en el cementerio antiguo, o de “La Lobilla”; ya que sin ella (desaparecida la lápida anterior en los años treinta del siglo XX), el osario era irreconocible para las personas que visitaban el campo santo, desconociendo su valor histórico. El 8 de marzo de 1831, Manzanares había sido enterrado en el pequeño cementerio de la Plaza del Reloj, junto a la iglesia. Por otra parte, sus diecisiete compañeros, tras ser ejecutados el 10 y 11 de marzo, junto a la desembocadura del río Cala, habían sido enterrados a extramuros del levante esteponero, en el límite sur del viejo y polvoriento camino que tiraba hacia Marbella, y muy cerca de la desembocadura del Cala. A medida que la playa fue agrandando, el camino derivó algo más hacia el sur, por lo que algunas de las tumbas de los liberales, comenzaron a ser batidas por las ruedas de los carros y las pezuñas de los animales de carga, en medio de la polvareda diaria y el fango de la lluvia, haciendo desaparecer la poca vegetación y escasas flores, que habían crecido junto a las tumbas, rompiendo así la belleza del poema que Miguel Bernal dedicó Tomás Benítez, otro valiente capitán de Manzanares enterrado allí, junto al polvoriento camino, y que en una parte decía así:
La azucena se reproduce sobre mi cadáver,
para indicaros el lugar donde reposo…
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, al construirse algunas edificaciones en ese espacio, se constituyó un estrecho paso que, popularmente, terminó por llamarse el “callejón de los liberales”. Esto evitó la desaparición de una parte de los restos oseos de los liberales de Manzanares. Con la consolidación del cementerio del este, los restos del jefe liberal y los de sus compañeros fueron trasladados definitivamente al modesto osario, que todavía pervive.