Asociación Torrijos 1831 17/09/2023
Por orden del monarca Carlos III, el arquitecto Francisco Paulino construyó en 1767 el fuerte costero que, en la actualidad, es denominado Castillo de la Duquesa, situado en las playas de Manilva (Málaga). Más que castillo, su denominación más correcta debería ser la de casa fuerte. Curiosamente, su nombre original fue “Batería de cuatro cañones de Manilva”. Tanto su diseño como estructura son similares a otras fortificaciones costeras de su época. Su objetivo principal fue guarnecer una playa excesivamente larga y abierta, sin obstáculos naturales, como era la de Manilva, de las incursiones de los piratas berberiscos. El conjunto defensivo tenía dos partes diferenciadas. Por un lado, estaba la fortificación semicircular y adelantada al mar de la batería, con sus cuatro piezas, encontrándose separado del resto de la fortificación por un foso con puente levadizo (hoy, ese no existe, y una obra posterior ha alargado la rampa hasta la batería). Nos han preguntado por qué tiene menor altura el bastión de la batería en cuanto al resto del fortín, y hemos respondido: el rebalaje del rompeolas en el siglo XVIII llegaba practicante hasta la parte más adelantada del semicírculo artillero. Las piezas estaban emplazadas justamente en ese nivel de construcción de la batería, para poder dañar con eficacia de tiro los cascos o arboladuras de las embarcaciones enemigas (en este último caso si la marea estaba baja). La segunda parte del fortín, la de los adarves altos con aspilleras, estaba dispuesta así para una mayor protección de los fusileros. Con mayor superficie que la batería, contenía en su interior las dependencias del propio fuerte (cuerpo de guardia, casa del mando superior, almacenes, calabozo, cocina, etc.), con un patio cuadrado dominado por los altos adarves, una rampa para poder subir los cañones a la batería y la puerta de acceso, de cara a tierra, que antaño estuvo protegida con otro puente levadizo sobre un foso. Se conoce que la dotación de su guarnición en el siglo XVIII, fue de un capitán, un sargento, dos cabos y veinticinco soldados de infantería, y además, diez artilleros mandados por un sargento, un guarda de almacén y un capellán. A principios del siglo XIX, al igual que otras tantas fortificaciones de rango menor en España, la batería de cuatro cañones de Manilva, estaba custodiada por una decena de efectivos (puede que menos), del Cuerpo de Inválidos, soldados todavía útiles para el combate, pero que por sus minusvalías no podían rendir lo que se le debe exigir a un soldado en campaña. Su labor diaria consistía en mantener los cañones en servicio y la fortaleza en buen estado, así como sostener una vigilancia perenne sobre los alrededores, especialmente en los caminos cercanos y la playa. A veces, su calabozo servía para mantener en arresto a algún delincuente aprendido en la zona, especialmente contrabandistas. Solían cultivar en las proximidades productos de huerta para propio consumo. Eran mandados por un sargento o cabo, y su uniforme era, casaca y calzón, azul, con chupa, vueltas y polainas de color blanco.
1810. Llegada de los franceses a la provincia de Málaga.
Una vez que las tropas napoleónicas controlaron amplios sectores de la provincia de Málaga, prestaron atención a las fortificaciones costeras del oeste. Así, ocuparon el castillo de Sohail, en Fuengirola, el fuerte de Marbella y la batería de los cuatro cañones de Manilva. Esta última era la más aislada y comprometida, especialmente por la cercanía de la gran base naval británica, de Gibraltar, y por moverse en las proximidades tropas regulares españolas del ejército del general Ballesteros, así como varias partidas guerrilleras, que tenían puestos sus ojos en hacerse con la fortaleza. Desde un primer momento, los franceses destinaron allí a una guarnición de 50 hombres. Su misión fue la seguridad de la casa fuerte y, además, controlar los caminos próximos así como mantener una red de información permanente en la zona. Dado su alejamiento para recibir refuerzos. con rapidez, la fortaleza sufrió durante dos años y medios diversos ataques, terrestres y marítimos, unas veces por españoles y otras por británicos, o conjuntamente. Estos ataques se realizaron, bien contra las murallas de la fortificación, o bien, hostigando las salidas que hacía la infantería napoleónica, y también sobre los jinetes que guardaban los caminos. Una de las acciones que más perjudicó a los franceses, fue cuando los españoles interceptaron en uno de los caminos que bordean el cerro Calabozo, un convoy francés de doscientas cargas de víveres con destino al casa fuerte, escoltada por treinta efectivos, que intentando escapar de la emboscada corrieron cuanto pudieron por la playa para alcanzar el castillo. En la acción murieron cinco soldados franceses, y fueron heridos y hechos prisioneros, un cabo y un soldado. Además, tres franceses de los que alcanzaron la casa fuerte, murieron en él debido a la gravedad de las heridas sufridas en la emboscada.
Cita con aquellos hechos históricos, desfile y reconocimientos.
El Ayuntamiento de Manilva, con su alcalde José Manuel Fernández y la concejala de Cultura, Fina Gómez, muy receptivos a las propuestas realizadas por la Asociación “Manzanares. Estepona 1831”; ha puesto en marcha todo el operativo necesario para organizar este evento, con la complejidad de ser la primera vez que en Manilva se levantaba una recreación de estas características, a la que se le ha dado el nombre de “Asalto al castillo de la Duquesa. 1810”. Para ello, también se ha requerido la presencia de otras asociaciones recreadoras de Andalucía, como “Torrijos 1831”, con la infantería de Marina inglesa y el Regimiento de Infantería de Málaga; las asociaciones “Por la resistencia de Algodonales (40ª Regimiento francés)”, y “Algodonales Libre”; “Málaga Recreadora” como la Marina británica, “Asociación H.C. Real Isla de León” de Ingenieros y Zapadores, “Quema de Algarrobo”, con el 58º Regimiento francés, y “Bailén por la Independencia” (artillería francesa). Todas ellas participaron el pasado día 16 de septiembre, sábado, en la primera parte de los actos con un desfile que atravesó en medio del gran aplauso del numeroso público asistente, la barriada de la Duquesa. Después, junto a la puerta principal del castillo, se realizaron los homenajes respectivos a las banderas, en sus izados, con sus respectivos himnos, de las unidades que representaban las recreaciones históricas presentes: es decir, España, Francia e Inglaterra. Finalmente, fueron llamados los diferentes presidentes de los colectivos, que tuvieron la palabra y recibieron un recuerdo de los actos, del propio alcalde de Manilva.