Asociación Torrijos 1831 27/07/2024
Creemos, que la protección del patrimonio histórico de nuestro país debe ser una responsabilidad, y una obligación, tanto de instituciones como de ciudadanos. La Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática (B.O.E nº 252, de 20/10/2022), amplió significativamente la Memoria Democrática, al ir más lejos y tomar como referente las luchas individuales y colectivas de los hombres y mujeres de España que sacrificaron sus vidas por la conquista de los derechos, las libertades y la democracia. Textualmente cita al respecto: “España atesora una larga tradición liberal y democrática, que surge con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812”. Esa memoria pone en el foco, directamente, en todas aquellas víctimas que cayeron por creer en unas reformas políticas y sociales, justas y muy necesarias, durante el Sexenio absolutista (1814-1820), y la Década Ominosa (1823-1833), ambas bajo los gobiernos absolutistas de Fernando VII, que cometieron con los liberales constitucionalistas todo tipo de excesos y atropellos. Entre millares, aparecen nombres y grupos destacados, como Juan Díaz Porlier, Luís Lacy, Vicente Richart, Rafael del Riego, José María Torrijos, López Pinto, Flores Calderón, Fernández Golfín, Robert Boyd, Ruiz Jara…, Mariana de Pineda, Salvador Manzanares, Cristóbal Jurado y su gente, Juan Martín “El Empecinado”, Francisco Abad Moreno “Chaleco”, Iglesias y sus “coloraos”, los hombres de Francisco Valdés, los Bazán y sus expedicionarios, etc.
Pero esta Memoria Democrática no es sólo para mantener vigente el recuerdo por ellos, sino cuidar y proteger los monumentos e hitos que los evocan en diferentes lugares de España. Un obligado mirar atrás, para velar por la génesis en nuestro país, en cuanto al tránsito histórico de los españoles, de súbditos bajo el orden y justicia de los privilegiados, a ciudadanos con derechos frente al estado; del inicio de un sistema parlamentario frente al poder absoluto de un monarca que solo decía responder ante Dios, y de que las vidas de los españoles estuvieran regidas por el ordenamiento de una Constitución, y todo ello, colocando como fundamentos de los ideales, la libertad, el derecho y la democracia. Sin duda, un reconocimiento-agradecimiento de las generaciones posteriores, por aquellos que intentaron mejorar nuestra vida individual y colectiva, para enterrar a un caduco absolutismo y su mundo de privilegiados y desprotegidos, repleto de desigualdades y abusos, que había hecho estancarse a la Ilustración (no pudiendo llegar ésta a la Universidad), y que hacía aguas al terminar la Guerra de la Independencia en 1814.
¿Por qué es necesaria la protección de esos hitos y monumentos relacionados con los constitucionalistas decimonónicos?
Desgraciadamente, el tiempo ha demostrado con creces en nuestro país, que esos monumentos, y otros, deben tener una protección reglada. La ignorancia, cuna de tantos males, navega con demasiada frecuencia con vientos insuflados por odios exacerbados y eternos, y por ello, no son pocos los monumentos que citamos, que han sufrido la violencia a lo largo de nuestra historia contemporánea. Recordemos, por ejemplo, lo que sucedió en 1814, con decenas de lápidas dedicadas a la Constitución de 1812, con las que se cebó la más absoluta sinrazón: fueron rotas y, trituradas, arrastradas en sacos con escarnio, mientras que gente desaforada gritaba “¡Viva las caenas!”, haciéndolas desaparecer para siempre. Ya en el siglo XX, en 1943, se demolió el emblemático monumento dedicado a la memoria de los “coloraos” de Almería; y en 1971, fue echada abajo la Alquería de Mollina, en Alhaurín de la Torre (lugar donde fue hecho prisionero el grupo de Torrijos), sin que absolutamente nadie de la localidad la defendiera. Ahí siguen sus escuálidas ruinas (cuanto necesitan de una protección institucional), batidas por todos los vientos del valle del Guadalhorce, como ejemplo patético de cómo no tiene que estar un edificio histórico, y para asombro del pasmado visitante que no puede dar crédito al abandono que ve.
Pero hablemos de la conocida Cruz de Torrijos en Málaga, en la calle Lebrija del popular barrio de El Bulto. No pocos recordamos su estado en los años de la transición, y cómo con pinturas de diferentes colores “las dos España”, se enfrentaban e insultaban con amenazantes frases escritas sobre su ya maltratado basamento (le untaron hasta brea); basamento que, a finales de la década de los noventa, estaba ya rodeado de todo tipo de inmundicias. El 10 de diciembre de 1998, fue trasladada (transitoriamente), a un lugar próximo, algo más adecentado, para terminar, en 2003, en la rotonda actual, situada en el cruce entre la avenida Ingeniero José María Garnica y el paseo marítimo Antonio Machado, un espacio que en la época del fusilamiento de Torrijos sus compañeros estaba ocupado por el mar.
En septiembre de 2002 comenzó el proceso constituyente de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831, y con él, el inicio de la defensa de los lugares vinculados con Torrijos en la provincia de Málaga.
En la última década del siglo XX, futuros integrantes de la Asociación Torrijos 1831 ya trabajaban por conocer más y difundir la figura de Torrijos, así como para mostrar su preocupación por el mal estado en el que entonces se encontraban los lugares vinculados con Torrijos y sus compañeros en Mijas, Alhaurín de la Torre y Málaga. De septiembre a diciembre de 1993, el grupo integrado por Esteban Alcántara, Juan Pacheco, Francisco Pérez Doña y Juan Rielves, investigó en ambas partes de la dorsal de la Sierra de Mijas, el valle del Guadalhorce y el litoral mijeño, una nueva alternativa sobre la ruta que Torrijos y sus compañeros siguieron desde la playa del Charcón hasta la Alquería de Mollina. El resultado de la investigación quedó plasmado en el libro “Del Charcón a la Alquería, un camino para Torrijos”, publicado en 2000 por la Diputación de Málaga, a petición de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre. Antes, en agosto de 1999, se había estrenado ya el “Musical Torrijos”, en cuya formación habían participado a nivel musical e interpretativo, futuros integrantes del colectivo, como Flori Sastre, Esteban Alcántara, Jesús Rivera y Sara Alcántara. Las actuaciones del musical duraron desde 1999 a 2008. Ambas cosas, la publicación del libro y el musical, fueron aglutinando a personas simpatizantes del héroe liberal que terminarían por convertirse en futuros componentes de la Asociación Torrijos 1831. Entretanto, a través de la prensa, Manolo Reina y Esteban Alcántara publicaban artículos que urgían a que se tomaran medidas para salvar los lugares relacionados con Torrijos en El Perchel. La Asociación Torrijos 1831 recogió en sus estatutos, entre otras cosas, la defensa de los lugares vinculados con Torrijos en la provincia de Málaga, respecto al periplo realizado por los expedicionarios de Gibraltar, tras su desembarco en la playa de El Charcón, el 2 de diciembre de 1831, entre ellos, la Cruz de Torrijos en El Bulto. Para lograrlo, la asociación emitiría propuestas razonadas a las instituciones y motivaría reuniones con las autoridades. Había muchísimo que mover y tratar.
La labor del Ayuntamiento de Málaga en cuanto a los lugares vinculados con Torrijos y sus compañeros.
Llegados a este punto, es de considerar, y de expresar, que el Ayuntamiento de Málaga presidido por el alcalde Francisco de la Torre, ha hecho un encomiable esfuerzo por concluir en la capital cuestiones que quedaban pendientes con Torrijos y sus liberales, contando siempre, y esto es de agradecer, con la colaboración y las propuestas de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831. Así, quedó identificado con una gran cruz, el lugar del Cementerio de San Miguel donde, durante 11 años, estuvieron las fosas comunes que contuvieron los restos de los liberales de Torrijos, hasta su traslado a la Plaza de la Merced el 11 de diciembre de 1842 (trabajo de investigación recogido en el libro Réquiem por Torrijos, de E. Alcántara y Juan Pacheco). También, volvieron al primer muro las reproducciones de las lápidas de los nichos de Torrijos y López Pinto, por solicitud de la Asociación Torrijos 1831. Se restauró totalmente el obelisco de la Plaza de la Merced, y en su cripta, se reacondicionaron en cajas de acero inoxidable los restos de los liberales (acto en el que estuvo presente una comisión de la Asociación Torrijos 1831). En 2014 se puso una lápida en el espacio donde, realmente, cayeron Torrijos y sus hombres (igualmente, motivada por la investigación recogida en el libro Réquiem por Torrijos, de E. Alcántara y Juan Pacheco), y se restauró la Cruz de Torrijos. Finalmente, el Ayuntamiento, con un gran acierto, esfuerzo y decisión, llevó a cabo la restauración completa de lo que fue el antiguo convento de San Andrés, presentando en el antiguo Refectorio carmelitano, el ya muy considerado Centro de Interpretación Histórico José María Torrijos, donde se expone el amplio y meritorio patrimonio de la Asociación Torrijos 1831, relacionado con Torrijos y sus compañeros de infortunio, encontrándose en dependencia anexa, el importante Archivo Torrijos y la Biblioteca de los Liberales decimonónicos.
Torrijos y Málaga.
La figura histórica el general José María Torrijos y Uriarte, con proyección nacional, ha ido unida intrínsicamente a Málaga y a sus ciudadanos desde 1831. En el pasado, hubo militares vinculados con nuestra tierra que, con una vida completa de servicios en el Antiguo Régimen, cimentaron parte de su fama por los cargos que ejercieron o victoria alcanzada. Sin embargo, la trascendencia de Torrijos en el recuerdo de los malagueños supera cualquier gesta bélica o labor administrativa, yendo más lejos, pues tuvo el valor, conciencia y decisión, de rebelarse contra el sistema desigual, injusto y de privilegios, que representaba aquel Antiguo Régimen, del que él mismo era originario, padeciendo por ello los calabozos, maltratos e incomunicación, de uno de sus más tenebrosos brazos: la Inquisición. Por conciencia con sus ideales, rechazó altos cargos y dignidades, dedicando su vida, entre el exilio y la pobreza, a las libertades y derechos de los españoles, hasta caer con dignidad en Málaga junto a un grupo de leales, en la mañana del 11 de diciembre de 1831. Esas cualidades, esos valores en la forma de proceder en su vida, son los que le han dado un privilegiado lugar en la memoria colectiva de los malagueños, traduciéndose la admiración del pueblo en el mejor memorial que nuestra ciudad ofrece: el gran obelisco de la Plaza de la Merced, levantado no por una institución, sino por suscripción popular.
Cada ciudadano, cada escritor, cada colectivo, tiene toda su libertad de escoger la época por la que se sienta motivado, como la medieval, el despotismo ilustrado, la pérdida de las colonias de 1898, etc. En nuestro caso, nos sentimos orgullosos con el personaje de Torrijos por muchas razones, entre ellas, al comprobar un reflejo singular de sus ideales, plasmados en un texto escrito siglos antes por el gran Cervantes, libro que ha sido y es referencia en todo el mundo. Nos referimos al Quijote. Extraemos algunas de las frases de la citada obra que son aplicables a cómo Torrijos se condujo en su vida, y a la vigencia (esto sí que lo consideramos importante), que tales ideales tienen en el día de hoy: “La Libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar”, “Cambiar el mundo amigo Sancho, ni es locura ni utopía, sino justicia”, “Luchamos contra tres gigantes: la injusticia, el miedo y la ignorancia”, o “Por la Libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”. Torrijos y sus compañeros lo hicieron en 1831. Memoria siempre para ellos.
El verdadero lugar donde cayeron Torrijos y sus compañeros. Trabajo de investigación.
El cuarto párrafo del Acuerdo de 18 de julio de 2024, de la Secretaría de Estado de la Memoria Democrática, señala: “En el año 2014, tras los estudios realizados por la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831, el Ayuntamiento de Málaga colocó una placa de bronce en el lugar exacto en el que cayeron los fusilados: lo que hoy es la esquina entre Avenida José María Garnica y Canales. Tras años de abandono la cruz fue restaurada a petición de la Asociación Torrijos 1831, que cada 11 de diciembre deposita una corona en el monumento”.
Llega el momento de saber cómo se realizó aquel inédito estudio, sobre el lugar donde cayeron los liberales. Hasta final del siglo XX se sabía que los prisioneros fueron trasladados al Bulto para allí ser ejecutados, pero poco más, ya que no se encontró documentación detallada sobre ello. A partir 2000, Esteban Alcántara y Juan Pacheco trabajaban para su nuevo libro “Réquiem por Torrijos”. Juan se encargó del aspecto fotográfico y de la traducción de los textos ingleses, mientras Esteban, como licenciado en Historia, llevó a cabo los trabajos de investigación que jalonarían gran parte del libro. Uno de ellos, fue precisamente determinar el lugar de los fusilamientos, sobre el que siempre se había especulado. Para comprender mejor la investigación sigamos, por tanto, la exposición realizada por el propio Esteban, en una conferencia que, al respecto, impartió en el Ateneo de Málaga: “Comencé la investigación con un plano de la capital que, en 1837, realizó el arquitecto municipal Rafael Mitjana, persona que siempre sintió gran aprecio por Torrijos y que fue el autor del diseño del gran obelisco de la Plaza de la Merced. Ese plano de Mitjana, a pesar de no estar hecho a escala, sí da una fidelidad en cuanto al posicionamiento de edificios y lugares, cuidando las distancias. Mitjana señaló el lugar de fusilamiento con el punto 63, muy cerca de la desembocadura del arroyo del Cuarto, en su parte oeste. Después de estudiarlo en varias ocasiones, creo que acerté al darle valor a lo próxima que estaba la mayor inflexión de la curva del antiguo camino de pescadores, paralelo a la playa, al punto 63 (en 1833 ya llevaba directamente a la Ferrería de la Constancia). Se sabe que, para los fusilamientos, las autoridades absolutistas hicieron llegar al Bulto los carros de la basura para trasladar los cuerpos de los ejecutados. Las ruedas de los carros y las patas de los mulos tendrían que moverse por el suelo endurecido del camino de la playa, no sobre la arena, donde con el excesivo peso los carros se estancarían. Esta conjunción me hizo más comprensible el punto 63 del plano de Mitjana. Sin embargo, pronto la playa comenzó a crecer hacia el sur, por la sedimentación del río Guadalmediana y la acción del oleaje de levante, modificando el litoral de El Bulto, en cuanto al plano de Mitjana. Mi modo de operar fue pasar la parte del Bulto del plano de 1837, a escala, y sobre él ir superponiendo, minuciosamente, y todos a igual escala, los planos posteriores de la zona, que pude encontrar. Uno de los primeros fue el del Perchel suroeste-Arroyo del Cuarto-El Bulto y Fábricas, de 1848 (recogía la planimetría de una posible barriada en El Bulto que nunca llegó a edificarse), sirviéndome para conocer cómo estaba El Bulto en aquel año, los cambios en su playa y los escasos edificios que sobre él se asentaban. En 1869, en los tiempos de “La Gloriosa”, el Ayuntamiento de Málaga verificó la colocación de la Cruz de Torrijos en El Bulto. Por desgracia, desde un principio esa Cruz no se asentó en el verdadero lugar de los fusilamientos, que en aquel tiempo quedaba ya a la espalda de primera fase de las casas de Heredia, entre corrales de animales y pequeños huertos (para esa ocasión me basé en el plano de Joaquín Pérez de Rozas, de 1863), si no que, buscando el romanticismo de la arena frente al mar, los concejales enviados decidieron colocarla allí. Sí se cuidó algo que tiene su significado: que tanto la Cruz de 1869 y la primigenia de mármol (no hay que descartar que procediera del convento o cementerio de los carmelitas, tras la desamortización de 1836), que sí señalaba el lugar donde se llevaron a cabo los fusilamientos; estaban “en la misma dirección”, es decir, en línea, y que estas, por tanto, “se veían”. Por lo que conocí más tarde, creo que ambas coexistieron, incluso cuando se levantó el alto muro de la Serrería y Fundición San Ramón, emblemático edificio de El Bulto, y ya no se podía comprobar que ambas estaban “en la misma dirección”. A partir de ahí, la cruz primigenia quedó en el gran patio interior de la serrería, mientras que la Cruz de Torrijos, de 1869, terminó quedando en la estrecha calle Lebrija, entre las edificaciones de la segunda fase de Heredia, confundiendo siempre a los malagueños, por el lugar que ocupaba y la leyenda de su basamento, que indicaba estar levantada sobre el lugar donde cayeron Torrijos y sus compañeros. Cierro esto diciendo, que el hijo del que fue guarda de la Serrería San Ramón, a finales de los años cincuenta del siglo XX, me manifestó que, de pequeño, visitando a su padre en la serrería, veía en el patio del establecimiento una vieja cruz que le llamaba la atención. Esa cruz era la primigenia puesta en el lugar donde cayeron Torrijos y sus compañeros, y que terminó desapareciendo cuando fue echada abajo la San Ramón”.
Tras varias entrevistas de la Junta Directiva de la Asociación Torrijos 1831 con los representantes de los diferentes partidos políticos del Ayuntamiento de Málaga, se acordó señalizar con un hito el verdadero lugar donde cayeron Torrijos y sus compañeros, lo que se verificó en la mañana del 19 de noviembre de 2014, con una lápida de bronce, y la presencia de los integrantes de la Asociación Torrijos 1831 y la de la arqueóloga municipal Fanny de Carranza.
Homenajes anuales, cada 11 de diciembre, en la Cruz de Torrijos en El Bulto, en memoria de los liberales constitucionalistas.
Desde los inicios de su periodo constituyente, en 2002, los integrantes de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831 han realizado una ofrenda de corona de laurel en la llamada Cruz de Torrijos en El Bulto, de forma ininterrumpida, en la emblemática mañana de cada 11 de diciembre.
En esos actos, nos han acompañado descendientes de insignes compañeros de Torrijos, como Flores Calderón, Fernández Golfín, López Pinto y Robert Boyd, así como destacados historiadores especialistas en la “Década Ominosa” y periodistas. También, representantes de todos los partidos políticos de Málaga, de las asociaciones vecinales de El Perchel y El Bulto, y de presidentes de destacados colectivos culturales malagueños.
Allí, en la rotonda de la Cruz, Asociación Torrijos 1831 también realiza anualmente la recreación del fusilamiento de Torrijos y sus compañeros, visualización que siempre es apreciada y aplaudida por los espectadores presentes.
Se adjuntan fotografías, documentos, textos y artículos periodísticos que completan el relato de este artículo de la Asociación Torrijos 1831.