Asociación Torrijos 1831 23/10/2024
La excepcional vida que lleva la ciudad de Tarifa en verano, con tanto turismo transitando y ocupando sus calles y plazas, ha hecho que los organizadores de la conmemoración del Bicentenario del Pronunciamiento Liberal de 1824, y el propio Ayuntamiento tarifeño, hayan trasladado, con buen criterio, los actos previstos en agosto, para el presente mes de octubre, con el fin de dotarlos de una mejor solemnidad histórica. Esa organización ha corrido a cargo del Museo-Fundación Wenceslao Segura y la Concejalía de Cultura tarifeña, que han solicitado la participación de los tres colectivos andaluces más destacados en cuanto al liberalismo español decimonónico: Torrijos 1831, de Málaga, Manzanares, de Estepona, y Bicentenario de los Coloraos de Almería. Junto a ellos, han sido citados los clubes liberales, Cádiz 1812 y Málaga 1812,
El marco histórico que llevaría a los acontecimientos del verano de 1824.
Como es sabido, gracias a la gran ayuda del ejército francés denominado “Los cien mil hijos de San Luís”, el monarca Fernando VII fue devuelto al trono absolutista, en octubre de 1823. A partir de esa fecha, el absolutismo dedicó todas sus energías a la demolición institucional, legislativa y económica, del régimen constitucional, así como a acabar con la masa social que lo había sostenido: los liberales. Esta represión fue tan extrema, que figura como una de las más crueles y negras en la historia contemporánea española. Para aquellos constitucionalistas que no lograron salir de España a finales de 1823, comenzaron las ejecuciones, los encierros prolongados en cárceles nauseabundas, las torturas sin límites, las humillaciones por calles y plazas, los confinamientos en domicilios, los exilios a otras provincias, o bien, a territorios mucho más lejanos, como las colonias de ultramar. En las ciudades y pueblos el terror llevado a cabo por los realistas absolutistas se hizo insufrible. En muchos casos, clérigos y frailes, exhortaban a la masa realista a cometer todo tipo de excesos y atropellos. La barbarie se podía encontrar al doblar una esquina, o al llegar al propio domicilio. A muchos liberales se les arrancaron las patillas y bigotes, en vivo, y a otros se les paseó tirados por una soga y con un cencerro colgado al cuello, o bien con las manos atadas a la espalda, montados sobre un asno. El joven poeta Ventura Vega, sólo por el “reputado crimen” de llevar el cabello largo, fue acosado por una turba en la Puerta del Sol, y después de maltratarlo brutalmente, lo sentaron sobre una cubeta y le cortaron el pelo con una larga tijeras con las que se esquilaban las caballerías (terminó encerrado en el convento de los trinitarios de calle Atocha). En cualquier pueblo, aldea o ciudad, se apaleaba a los que durante el Trienio (1820-1823), habían formado parte de la Milicia Nacional. No pocos murieron linchados quedando tullidos o muertos a manos de una plebe fanatizada. El gran geógrafo Tedoro Antillón, un intelectual de reconocido prestigio que había sido profesor de Torrijos en el Colegio de Nobles, murió a consecuencia de uno de estos apaleamientos. Hubo encarcelamientos en masa, destrozos y saqueos de casas y negocios… Fue una represión brutal basada en el matonismo despiadado, por el número de los que lo ejercitaban y la indefensión absoluta de las víctimas (podría compararse a los excesos cometidos en el profundo sur de los Estados Unidos, tras la Guerra de Secesión, contra la desprotegida población negra). Aquella persecución para el exterminio fue predicada desde los púlpitos y practicada por las turbas urbanas de filiación absolutista, en la que destacaban por su fanatismo los Voluntarios Realistas, milicia formada en lo más profundo del sector “apostólico” del régimen fernandino. Desde la cúpula del Estado, la sucesión de múltiples órdenes y decretos represivos hizo imposible la vida de los liberales, especialmente, en los pueblos, donde se ejerció una omnipresente estrategia de acoso en la que se unían la persecución política y la venganza personal. Además, aparecieron las Juntas de Purificaciones, para depurar liberales de la administración, y las Comisiones Militares, como instancias sumarísimas para la represión de los militares con pasado relacionado con el sistema constitucional. Por si esto no fuera poco, fueron creadas varias sociedades secretas, nutridas por eclesiásticos, antiguos inquisidores, policías de la “paralela política” y funcionarios adictos al absolutismo, como la Junta Concepcionista, La Estrella o El Ángel Exterminador, cuyo fin concreto fue el aniquilamiento físico de los liberales. Muchos de los que pudieron escapar de España, lo hicieron por la vía más corta para marchar al extranjero: Gibraltar. La colonia española en la Roca se hizo grande, y no pocos se dedicaron a conspirar para restaurar en España un régimen liberal.
Dos proyectos nos bien avenidos y el levantamiento de Jimena de la Frontera.
Los coroneles, Francisco Valdés Arriola y Pablo Iglesias, habían estado bajo el mando del general José María Torrijos en la defensa de Cartagena en 1823. Una vez rendida aquella plaza, ambos jefes liberales terminaron en Gibraltar. Tanto ellos como sus seguidores, se mostraron partidarios de llevar a cabo un pronunciamiento constitucional, en fuerza, en un punto del litoral andaluz, pero la animadversión personal de los dos impediría realizar una colaboración conjunta. En lo único que quedaron de acuerdo, es que la tropa mandada por Iglesias sería denominada pomposamente “Primer Ejército Libertador”, y la de Valdés “Segundo Ejército Libertador”. Valdés y sus seguidores se decantaron por un desembarco en la cercana costa malacitana, con probabilidades de realizarlo en Estepona, para de allí saltar a la Serranía de Ronda con la esperanza de conseguir adeptos. En el caso de Iglesias, este eligió un punto cercano a la ciudad de Almería, en razón de los informes favorables que le llegaban de aquella zona.
Sin embargo, la delación de uno de los que había colaborado tanto con Iglesias como con Valdés, llegó a oídos de José O´Donnell y Anhetan, comandante general del campo de Gibraltar, que tomó las medidas necesarias para prevenir a los jefes absolutistas responsables de las plazas donde se preveían los desembarcos. Además, el 1 de agosto, Cristóbal López Herrera, que había sido alcalde constitucionalista en Jimena de la Frontera, se levantó en armas con 27 vecinos, proclamando la Constitución de 1812. Las fuerzas gubernamentales, integradas por miembros de Regimiento Princesa, lograron rechazar a los rebeldes, obligándoles a buscar refugio en la sierra. El 23 de agosto, seis fueron capturados y ejecutados, y dos días después, el 25, en varios combates, los del Princesa lograron dar muerte a otros siete constitucionalistas. El pronunciamiento de Jimena había sido exterminado.
El fuerte viento de levante llevó a los expedicionarios de Valdés a desembarcar en Tarifa.
A las diez de la noche del día 2 de agosto, el coronel Francisco Valdés y sus 65 liberales partieron de Gibraltar. Además de militares, integraron la expedición un nutrido grupo de jóvenes españoles trabajadores del tabaco, avecindados en Gibraltar. Parte del grupo liberal iba uniformado con guerreras verdes. Embarcaron en tres faluchos de contrabandistas de tabaco, anclados en el puerto de Gibraltar. Los faluchos intentaron bogar hacia el este con el objetivo de alcanzar el litoral de Estepona; sin embargo, el fortísimo viento de levante impidió la intención inicial. Ante esta adversidad, a los liberales sólo les quedaron dos alternativas: volver a Gibraltar o escoger otro punto de desembarco. Regresar a Gibraltar con fuerte viento de levante podía implicar que los faluchos terminaran por ser arrastrados hacia Algeciras y ser capturados por los guardacostas absolutistas, entonces se decidió bogar más hacia poniente y alcanzar Tarifa, donde llegaron una hora después. Bordearon la isla de las Palomas, situándose en la playa de Los Lances, a dos kilómetros al oeste de Tarifa. El fuerte viento impidió que se acercaran a esa playa, por lo que tuvieron que desembarcar con el agua al pecho, inutilizándose parte de la pólvora. En las sombras de la noche, tanto Valdés como sus oficiales, desconocían el espacio donde iban a operar contra la guarnición a la que se iban a enfrentar, pero un tarifeño con el que se encontraron, les dio la información que deseaban.
Toma de Tarifa por la Libertad y la Constitución.
Los expedicionarios se posicionaron frente a las tres puertas principales de Tarifa, esperando que estas fueran abiertas. Sin dificultad alguna, se apoderaron de las puertas del Mar y Jerez, pero en la del Retiro tuvieron que mantener un forcejeo con dependientes del Resguardo, a los que finalmente redujeron. El capitán Pedro González Valdés logró apoderarse de los cuarteles de infantería y caballería (en ellos había elementos de los regimientos, Princesa y Leales de Córdoba, y jinetes lanceros de Merino), y por otra parte, Manuel Goyena se hizo con el cuartel situado en el interior de la isla de las Palomas. El gobernador de la isla se resistió, muriendo en el fragor del combate. Dos tenientes, uno de Inválidos y otros de Leales de Córdoba, fueron fusilados. La rápida ocupación de Tarifa por los liberales sorprendió tanto a los vecinos como a las autoridades absolutistas. Estas quedaron alarmadas, al hacerse los expedicionarios con veinte piezas de gran calibre situadas en la Isla, numerosa fusilería, pólvora y munición.
La idea de Valdés era resistir en Tarifa, lo suficiente, para crear una distracción de fuerzas absolutistas al ir a cercarla, y propiciar así otros pronunciamientos en el litoral andaluz. El jefe liberal tenía claro que, una vez que acudieran numerosas fuerzas terrestres y navales, enemigas, sería imposible prolongar la resistencia. Se trataba, por tanto, de ganar tiempo, y que el enemigo dejara espacios de vigilancia, para que otros contingentes liberales los aprovecharan. Contra más días aguantaran en Tarifa, más descrédito para las autoridades absolutistas, y más oportunidades para otros puntos de rebelión. Jimena ya se había levantado y, ahora, los liberales se habían apoderado de Tarifa sin bajas. Eran hechos que ya traían de cabeza al gobierno absolutista de Fernando VII. Pero para consumar este plan, no solamente cabía aguantar y resistir, sino tener operativo un plan de fuga, con un mínimo de garantías, para todos los que decidieran escapar. Para ello, el día 4 de agosto, los liberales se incautaron de los barcos fondeados en la Caleta (dos místicos y unos faluchos).
Situación de Tarifa en los primeros días de agosto de 1824. Preparativos para la defensa.
Tarifa conservaba íntegra su muralla medieval, tanto por mar como por tierra, pero había que tomar una serie de medidas muy necesarias para aguantar en las próximas jornadas las embestidas de un enemigo muy superior. Lo primero que se hizo fue aportar el número suficiente de defensores para cubrir toda la muralla de Tarifa. Después, se tapiaron con piedras y escombros las puertas de Jerez y el Retiro, el día 4 de agosto. Sólo dejaron expedita la puerta del Mar para permitir la comunicación con la Isla. Numerosos operarios abrieron fosos y barricadas, colocándose cañones en los baluartes de la muralla y montándose las piezas de artillería de la Isla. Apoyaron a los liberales algunos soldados de Leales de Córdoba y de la Princesa, aunque otros huyeron. Los lanceros de Merino, que constituían la escasa caballería existente en Tarifa, fueron desarmados, aunque después colaboraron con los liberales. Los prisioneros que había en la isla se unieron a la fuerza revolucionaria, y también, unos sesenta presidiarios. También fueron liberados contrabandistas. A todos ellos se les comprometió para participar en la defensa de la ciudad. Valdés creó una Junta de Beneficencia, para atender a las necesidades alimenticias de la población y los defensores. Fue nombrado gobernador de la Isla, el capitán Rafael trías, y de la plaza, el capitán Pedro González Valdés. De la caballería se hizo cargo el teniente Antonio Campillos.
El absolutismo reacciona.
Nada más conocerse la ocupación de Tarifa, el comandante general del Campo de Gibraltar, José O´Donnell, dispuso que un destacamento formado por infantería y caballería, al mando del coronel José Barradas Castillo, marchara hacia Tarifa, a donde llegaron el día 5 de agosto, colocándose en posiciones “a tiro de fusil”. Por disposición del gobierno, el vizconde Foissac-Latour, general de la división del ejército francés de ocupación, destacada en Cádiz, envió una brigada de infantería (cazadores del III Batallón del Regimiento nº 34 y la correspondiente artillería), al mando del coronel conde D´Astorg. Todas estas fuerzas ya estaban acampadas frente a la muralla norte de Tarifa, en la noche del día 6 de agosto. Al día siguiente, ya cavaban trincheras y colocaban un batería en el convento de los franciscanos para batir la muralla, y otra batería de obuses en el llamado Olivar. El 7 de agosto ya quedó completamente cerrado el bloqueo.
Aquí interrumpimos la narrativa de los hechos ocurridos en agosto de 1824, en Tarifa, con el fin de reanudarlos y completarlos en los próximos artículos.
Datos de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831.
Tipo de Asociación: cultural, dedicada a la investigación histórica, y recreadora en sus actuaciones en público para exponer los hechos que representa. Ámbito de actuación: regional, recogida en el Registro de asociaciones la Junta de Andalucía. Inició su periodo constituyente en el año 2002, siendo legalizada en 2003. Fue un proyecto original desde el principio, pues en España no se había creado anteriormente una Asociación sobre el personaje histórico de José María Torrijos y Uriarte, héroe de la Guerra de Independencia y defensor de las libertades y derechos constitucionales frente al poder absoluto del reinado de Fernando VII. Original en las formas, dedicación y fines, que recogen sus estatutos, cimentando sus antecedentes en los precursores que trabajaron sobre el personaje de Torrijos en la provincia de Málaga, en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo XX y primeros años del XXI.
Como colectivo de recreaciones históricas, es el más antiguo de las dedicadas al siglo XIX, en Andalucía. En cuanto a las representaciones relativas a la Guerra de la Independencia en las que participa la Asociación, la recreación insignia, creada en 2007, es el “Regimiento de Infantería de Málaga”, unidad titular de Málaga, que salvo un periodo de disolución, tuvo vida castrense desde 1701 a 1893, siendo su historial heredado por el Regimiento Melilla en sus diferentes numeraciones, y que fue disuelto en Málaga, en 1985. Para entrar en su historial y actividades: regimientodeinfanteriademalaga.blogspot.com
Correo de Contacto: asociacióntorrijos1831@gmail.com También, a través de este correo se pueden solicitar visitas concertadas al Centro de Interpretación Histórico José María Torrijos (Refectorio), en el barrio de El Perchel de Málaga. Teléfono de contacto: 952234039. Página web: www.torrijos1831.com