Asociación Torrijos 1831 30/10/2024
Pasaba la una de mediodía del 26 de octubre, en Tarifa, cuando el alcalde de la localidad, los integrantes de la Fundación Wenceslao Segura y los diferentes colectivos invitados: Torrijos 1831, de Málaga, Manzanares, de Estepona, y Bicentenario de los Coloraos, de Almería, y los clubes liberales, Cádiz 1812, Málaga 1812 y Canarias 1812, marcharon en desfile cívico-militar en dirección hacia lo que fue la antigua batería de Santa Catalina, al objeto de hacer allí un singular homenaje a la última resistencia de los liberales, protagonistas del denominado pronunciamiento de Tarifa de 1824. El día era esplendoroso, como si se quisiera sumar al valor de ese significativo acto a la memoria histórica, de unos hombres que sacrificaron sus vidas por un estado más justo y libre en nuestro país, regido por un sistema constitucional. Llegados a este punto, es necesario hacer una abstracción para preguntarnos ¿Por qué aquellos defensores de la batería no se replegaron hacía la isla de las Palomas, en el momento que lo hicieron el coronel Valdés y los suyos, al salir por la puerta del Mar, para atravesar con rapidez la escollera y alcanzar la puerta fortificada de la isla de Las Palomas? ¿Qué les impidió hacerlo? Pero antes relataremos algunos de los precedentes que hubo en aquella altura, así como de la propia construcción de la batería.
La batería de Santa Catalina fue anteriormente una ermita que, más tarde, fue transformada en polvorín y, finalmente, en un fortín.
En el siglo XVI se construyó en aquel mogote rocoso una ermita dedicada a Santa Catalina de Siena, de la que no quedan restos, aunque terminó por darle nombre al cerro. La forma de la ermita sí quedó reflejada en un dibujo del pintor holandés Antón Van den Wyngaerde, de 1567. Por documentos de 1770, se sabe que la ermita ya era utilizada, en ese tiempo, como almacén de pólvora, aún sin reunir esas condiciones especiales para su uso. A finales de 1811, cerca ya del asedio de Tarifa por parte de las tropas napoleónicas, el general español Francisco Copons ordenó la fortificación del cerro con un parapeto de barricas hacia el frente de tierra, formando a poca distancia de su cúspide, otro de piedras y barriles, a prueba de cañón, en el que se colocó uno de 12 libras. No había más remedio que fortificar aquel punto, pues al ser de mayor altura que la isla de Las Palomas, en caso de ser tomada por los franceses, podrían bombardearla con facilidad. Acabado el sitio, y en previsión de otro que pudiera venir, españoles y británicos (aliados nuestros en aquella guerra, que además habían contribuido a la defensa de Tarifa), acordaron construir un fortín en Santa Catalina con una mayor robustez y entidad de lo que allí había habido. Los trabajos comenzaron en febrero de 1812, acometiendo el escarpado del frente de tierra, cortándose el camino con un foso socavado en la misma piedra del cerro, con ocho metros de ancho y otros ocho de profundidad, dotado de contra escarpa y escarpa, y protegiendo la entrada con un puente levadizo. Después, se completó la fortificación de la propia batería, con cinco cañoneras con varios embutidos de mampostería para regularizar sus merlones (inicialmente solo se instalaron tres piezas de a 12), que flanquease el camino y el foso, construyéndose tres casas matas en la parte superior para el alojamiento de la tropa allí destinada, y abrir un cuerpo de guardia excavado en la misma roca (un habitáculo embovedado para repuesto de municiones y alojamiento de los artilleros). Los ingenieros españoles habían argumentado, anteriormente, que lo mejor era demoler totalmente el cerro y dejar la zona llana pero, finalmente, se impuso el criterio británico, por ello no pocos la denominaron la batería de los ingleses. Recién inaugurado el nuevo bastión, la guarnición del reducto fue la siguiente: por parte de los españoles, 1 oficial subalterno, 1 sargento y 15 cabos y soldados; y por parte inglesa: 1 sargento, 1 tambor y 15 cabos y soldados. Terminada la guerra contra los franceses y ya en 1821, el pleno Trienio liberal, se decidió ampliar la batería de Santa Catalina, a barbeta, es decir, crearle emplazamientos para artillería pero esta vez mirando hacia el mar, para poder apoyar con sus fuegos, en un momento determinado, a la isla de las Palomas. Sin embargo, cuando llegamos a los sucesos de 1824, se ha podido constatar que ni un solo cañón había en la batería.
¿Qué pasó en la batería de Santa Catalina, de Tarifa, en la tarde del 19 de agosto de 1824?
En el verano de 2009, dos integrantes de la Asociación Torrijos 1831, Jesús Rivera y Esteban Alcántara, ambos licenciados en Historia por la UMA e integrantes de la Asociación Torrijos 1831; se trasladaron a Tarifa para estudiar sobre el terreno diversos aspectos de las fortificaciones de Tarifa, protagonistas tanto del sitio que padeció la ciudad por parte de los franceses, durante la Guerra de la Independencia, como de los hechos del verano de 1824, por el pronunciamiento del coronel Valdés y sus liberales. Sin duda, por ser el escenario de la última resistencia liberal, la antigua batería de Santa Catalina supuso para los dos historiadores dedicarle una atención muy especial.
Los puntos topográficos de aquel escenario, del ayer, siguen estando a la vista de aquel que pretenda, al día de hoy, hacer un análisis de los acontecimientos. Al noreste de la batería queda la puerta del Mar, cuyo paño de muralla es perceptible desde el oeste del adarve de la batería de Santa Catalina, no siendo obstáculo el gran bastión de la denominada torre de Guzmán el Bueno, que se encuentra de la batería a 355 metros. Mirando hacia el suroeste aparece la boca de la escollera que une la tierra firme con la isla de las Palomas. En 2009, todavía aparecían por el suelo de la antigua batería, dos cañones sin cureñas, casi tapados por la tierra, el polvo y la foresta, que los dos compañeros fotografiaron junto con otros detalles de la antigua fortificación.
Dicho esto, retomamos la pregunta del encabezamiento: ¿Qué pasó en la batería de Santa Catalina, de Tarifa, en la tarde del 19 de agosto de 1824?
Parece obvio, por la protección que daba al paso hacia la isla de Las Palomas, que durante el sitio de Tarifa, Santa Catalina estuvo protegida por un destacamento liberal, y que en el repliegue de Valdés y los suyos desde puerta del Mar hasta la escollera, el destacamento continuaba allí. El capitán Pedro González Valdés, que había sido nombrado gobernador de Tarifa por los pronunciados, no estaba destinado en Santa Catalina, pues su misión estuvo en defender puntos en la ciudad amurallada y abordar muchas otras vicisitudes. Entonces ¿Qué hacía en Santa Catalina, González Valdés, pasadas las cinco de la tarde de aquel 19 de agosto de 1824? Nuestros compañeros, en 2009, concluyeron que el capitán llegó hasta Santa Catalina, en aquella complicada tarde, para efectuar el repliegue del destacamento que había ocupado la batería hasta entonces, pero cuando intentó hacerlo, el cerro ya estaba totalmente cercado por las tropas españolas absolutistas mandadas por el coronel Barradas. Ya no se podía llegar a la escollera, y lo único viable era defenderse hasta la llegada de la noche y, entonces, intentar hacer una salida hacia la isla. Ese fue el objetivo: prolongar la resistencia, pero al no tener siquiera una pieza de artillería y los muros carecer aspilleras para poder realizar protegidos las descargas de fusil, la defensa tuvo serias dificultades. Desde la isla, dos cañones liberales intentaron alejar al enemigo de la parte sur, pero por la parte de tierra no tuvieron nada que hacer, que fue por donde atacó la infantería de Barradas, en masa y a la bayoneta. Los defensores agotaron su dotación de pólvora y, entonces, llegó el combate librado cuerpo a cuerpo con los asaltantes, muy superiores en número. Los liberales que sobrevivieron fueron hechos prisioneros. Sólo unos días más tarde fueron fusilados junto a las murallas del cementerio de Algeciras.
El homenaje a los liberales defensores de la batería de Santa Catalina en el Bicentenario (1824-2024).
En la parte de los restos de la batería que miran hacia la isla de Las Palomas, se colocaron las autoridades de Tarifa, con su alcalde a la cabeza, los integrantes de la Fundación Wenceslao Segura y los diferentes colectivos invitados: Torrijos 1831, de Málaga, Manzanares, de Estepona, y Bicentenario de los Coloraos, de Almería, y los clubes liberales, Cádiz 1812, Málaga 1812 y Canarias 1812. Junto a ellos un numeroso grupo de vecinos de Tarifa, medios de comunicación, etc.
Abrió el primer discurso, Esteban Alcántara, presidente de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831, que resaltó la resistencia y el valor de los liberales defensores de la batería de Santa Catalina, y describió ante los presentes los puntos topográficos, a la vista, que fueron mudos testigos de aquella acción. Le siguió José María Guerrero, representante de la Asociación Manzanares. Etepona 1831, que glosó el momento histórico del pronunciamiento liberal en Tarifa. Después, bajo el cante aflamencado de Carmen Casán, titulado “Tarifa resiste”, las seis banderas rindiendo honores, y sonando el redoble de tambor, los presidentes de las asociaciones, Torrijos y Manzanares, Esteban Alcántara y Juan Bazán, colocaron una corona de laurel en la puerta del cuerpo de guardia de la antigua batería. Al final, todos los presentes gritaron emocionados ¡Viva Tarifa!
Datos de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831.
Tipo de Asociación: cultural, dedicada a la investigación histórica, y recreadora en sus actuaciones en público para exponer los hechos que representa. Ámbito de actuación: regional, recogida en el Registro de asociaciones la Junta de Andalucía. Inició su periodo constituyente en el año 2002, siendo legalizada en 2003. Fue un proyecto original desde el principio, pues en España no se había creado anteriormente una Asociación sobre el personaje histórico de José María Torrijos y Uriarte, héroe de la Guerra de Independencia y defensor de las libertades y derechos constitucionales frente al poder absoluto del reinado de Fernando VII. Original en las formas, dedicación y fines, que recogen sus estatutos, cimentando sus antecedentes en los precursores que trabajaron sobre el personaje de Torrijos en la provincia de Málaga, en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo XX y primeros años del XXI.
Como colectivo de recreaciones históricas, es el más antiguo de las dedicadas al siglo XIX, en Andalucía. En cuanto a las representaciones relativas a la Guerra de la Independencia en las que participa la Asociación, la recreación insignia, creada en 2007, es el “Regimiento de Infantería de Málaga”, unidad titular de Málaga, que salvo un periodo de disolución, tuvo vida castrense desde 1701 a 1893, siendo su historial heredado por el Regimiento Melilla en sus diferentes numeraciones, y que fue disuelto en Málaga, en 1985. Para entrar en su historial y actividades: regimientodeinfanteriademalaga.blogspot.com
Correo de Contacto: asociacióntorrijos1831@gmail.com También, a través de este correo se pueden solicitar visitas concertadas al Centro de Interpretación Histórico José María Torrijos (Refectorio), en el barrio de El Perchel de Málaga. Teléfono de contacto: 952234039. Página web: www.torrijos1831.com
Fotografías: José Manuel Pérez Muñoz.