Asociación Torrijos 1831 06/04/2025
Siempre en su misión, e ilusión, de llevar a personas con inquietudes a una mejor comprensión de capítulos de la historia; la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831 acomete ahora con un proyecto novedoso que llevaba tiempo madurando, y que va a hacerse realidad en estos días: presentar en Málaga aspectos de la lucha por la libertad que el jefe de un ejército de esclavos, llamado Espartaco, llevó a cabo frente a la poderosa Roma; con el fin de que los malagueños puedan aproximarse a este personaje histórico, y a su gesta, librada en el siglo I a.C.
A lo largo de su andadura, iniciada en 2002, la Asociación Torrijos 1831 ha tenido entre sus ideales y convicciones, resaltar la vida y los hechos de personajes históricos que destacaron por mejorar la situación de los demás, en cuanto a las libertades y derechos individuales y colectivos de mujeres y hombres, sin condición de clase, lugar o raza alguna. Esa personalidad grabada, es la que lleva ahora al colectivo a presentar la exposición “Espartaco: la lucha por la libertad contra Roma”, en el interior del Centro de interpretación Histórico José María Torrijos, que será inaugurada el próximo martes, 8 de abril, a las 19´00 h.
Un integrante de la Asociación Torrijos 1831, Juan Fernández, aporta la base de dioramas, figuras y vestimentas, de la exposición “Espartaco: la lucha por la libertad contra Roma”.
Desde su juventud, nuestro compañero Juan Fernández lleva décadas realizando excelentes dioramas históricos, siendo muy conocido en el mundo de los investigadores y miniaturistas malagueños. El que ha tenido oportunidad de conocer sus trabajos, almacenados en su abigarrado taller, cree que no le queda espacio histórico por tocar, lo que le ha permitido participar, con reconocimientos, en decenas de eventos y exposiciones por diferentes localidades de la provincia de Málaga. Aún así, mantiene al día de hoy, en su alma joven, muchísimas ilusiones por alcanzar.
Días y horarios para visitar la exposición “Espartaco: la lucha por la libertad contra Roma”.
Centro de interpretación Histórico José María Torrijos.
.Inauguración el martes, 8 de abril, a las 19´00 h.
.Miércoles 9 de abril: apertura a las 18´00 h. A las 19´00 h. representación teatral “Varinia frente a Craso”. 19´30 h. Charla del historiador Esteban Alcántara Alcaide sobre la realización de la película “Espartaco”, de 1960.
. Jueves 10 de abril: apertura desde las 10´30 h. hasta las 13´00 h.
.Viernes 11 de abril: apertura desde las 10´30 h. hasta las 13´00 h. Por la tarde de ese mismo día, apertura a las 18´00 h. y a las 19´00 h. charla del investigados Juan Fernández Millán, sobre “Breve historia de Roma”.
. Martes 15 de abril: apertura desde las 10´30 h. hasta las 13´00 h.
. Miércoles 16 de abril: apertura desde las 10´30 h. hasta las 13´00 h.
Biografía de Espartaco.
Se desconoce cuando nació Espartaco, sólo se tiene la certeza de que murió en el 71 a.C. pero sí se sabe que fue un esclavo de origen tracio. Según fuentes griegas y romanas dirigió una gran rebelión contra la República romana en suelo itálico, ocurrida entre los años 73 y 71 a.C., conocida con el nombre de tercera guerra servil. La lucha se extendió a toda la península durante casi tres años, y los acontecimientos siguieron teniendo efectos directos e indirectos en la política romana de los años posteriores. Los gladiadores eran esclavos de las regiones sometidas por Roma, comprados por mercaderes, que peleaban en combates en los anfiteatros (llegando a la muerte en ocasiones extraordinarias), para el entretenimiento del público romano. Espartaco, junto con otros esclavos gladiadores, ideó un plan de escape en su prisión en Capua, que desembocó en un estallido en toda la península. Se les unían esclavos fugitivos de todas partes, conformándose de esta manera un ejército que fue creciendo hasta llegar a ser de ciento veinte mil personas, aproximadamente. Guiados por Espartaco, lograron una fuerza armada mixta formada por hombres, mujeres y niños que, sorprendentemente, constituyó una combinación que demostró repetidas veces su capacidad para resistir y superar al equipado y bien entrenado ejército romano: las cualificadas legiones. Tras numerosas victorias, y a punto de obtener la libertad cruzando los Alpes, regresaron para sitiar Roma. La guerra acabó finalmente en 71 a. C.
Los orígenes de Espartaco.
Todas las fuentes conocidas, muy fragmentarias, coinciden en describir a Espartaco como un hombre culto. Su nombre era común entre la gente de Tracia. Las fuentes también coinciden mayormente en afirmar que Espartaco procedía de una familia de la nobleza, deduciéndose que, por escritos de Plutarco, su esposa era la profetisa de su pueblo. Los oráculos eran propios de las clases altas. Cuando Roma invadió los territorios de su pueblo, Espartaco fue obligado a convertirse en un integrante más de los contingentes auxiliares del ejército romano. Al ser maltratado, desertó, pero fue capturado y reducido a la esclavitud junto con su esposa. Por su fuerza física fue comprado por un mercader para que luchase en la escuela de gladiadores de Capua, regida por Léntulo Batiato. Séneca escribió sobre la lucha de gladiadores: «Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme. Pero salió todo lo contrario. Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano. Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía los gladiadores a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y al último victorioso lo reservan para otra masacre. Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas». Sin duda, los prisioneros de guerra y los delincuentes convictos, considerados esclavos, eran entrenados en las habilidades necesarias para luchar hasta la muerte en los juegos de gladiadores.
Rebelión y fuga con éxito.
En el año 73 a. C., durante su permanencia en la escuela de gladiadores de Capua, Espartaco ideó y organizó una rebelión a fin de escaparse junto a doscientos compañeros. El plan fue tramado por Espartaco junto con los celtas Casto y Cánico, y los galos Crixo y Enomao. Se armaron con utensilios de cocina y eludieron a las tropas que intentaron interceptarlos. De los doscientos que iniciaron la rebelión, solo 74 lograron escapar, y algunas fuentes citan que una mujer los acompañó, que se presume era acompañante de Espartaco. Los caudillos de la rebelión tenían seguidores esclavos por distintos motivos, por etnia, por ser los estrategas de la fuga, por sus aptitudes guerreras y posiblemente por su carácter de nobles (antes de ser capturados por Roma). En el camino asaltaron un convoy que transportaba armas de gladiadores y se apoderaron de él; luego se refugiaron en el monte Vesubio, desde donde empezaron a llevar a cabo acciones de sabotaje contra las localidades vecinas. Espartaco estableció un reparto equitativo del botín entre todos sus hombres, lo que le atrajo gran número de seguidores entre los esclavos de las fincas aledañas al volcán, con lo que comenzó el engrosamiento de sus fuerzas.
Se inicia la guerra. El ejército de esclavos contra Roma. La batalla del Vesubio.
Al tener conocimiento del motín, los romanos, sin dar gran importancia a este incidente, enviaron desde Capua un pequeño contingente de soldados que fue derrotado. Rápidamente los esclavos sustituyeron sus armas de gladiadores por verdaderas armaduras romanas, lo que generaría confusión a las legiones al enfrentarse a un ejército de igual apariencia al suyo. Luego de esta primera derrota, los romanos enviaron una unidad de tres mil hombres al mando de Cayo Claudio Clabro. Contrariamente a la doctrina militar, e infravalorando a los rebeldes, Claudio Glabro estableció su campamento al pie de la montaña, por donde descendía el único camino proveniente de la cima, sin establecer una valla de protección. Al tener conocimiento de este hecho, Espartaco adoptó un brillante plan: sus hombres bajaron por la parte más escarpada del volcán atados con cuerdas a las cepas de un viñedo silvestre y cayeron por sorpresa sobre los soldados romanos, causándoles numerosas bajas y obligando a los supervivientes a darse a la fuga, desordenadamente, quienes abandonaron el campamento, provisiones, caballos y armas a manos de los insurgentes. Era la primera gran victoria de Espartaco, llamada del Vesubio.
Organización del ejército de Espartaco.
Tras la batalla del Vesubio, Espartaco y sus compañeros Crixo y Enomao, se dedicaron a organizar un ejército regular disciplinado que pudiera enfrentarse con éxito a las poderosas legiones romanas. Entre los esclavos se contaban médicos, carpinteros y sacerdotes. De esta manera se preparó la construcción de armas y se organizó la infantería y caballería. Con el constante afluir de esclavos de distintas partes del imperio, la legión esclava logró reunir de cincuenta a setenta mil hombres. Después se trazó un plan para futuras acciones: huir de Roma marchando hacia el norte. Como los esclavos carecían de entrenamiento militar, las fuerzas de Espartaco mostraron cierta inventiva en su uso de los materiales locales disponibles, que a su vez resultó en la aplicación de tácticas ingeniosas y poco ortodoxas cuando se enfrentaban a los disciplinados ejércitos romanos. Los esclavos rebeldes pasaron el invierno de 73 a. C. armando y equipando a sus nuevos reclutas y expandiendo su radio de sabotajes hasta incluir las ciudades de Nola, Nuceria, Turios y Metaponto.
Las batallas en el norte.
Aunque no hay información precisa al respecto, se puede afirmar que el plan de Espartaco consistía en reunir el mayor número posible de rebeldes y salir de Italia cruzando los Alpes. Esta era la única posibilidad de obtener la libertad para la mayoría de ellos, puesto que, una vez fuera de Italia, muchos rebeldes podrían escapar a territorios que aún no habían sido conquistados por Roma. Los romanos enviaron contra los rebeldes dos legiones traídas de la frontera septentrional de Italia, al mando del pretor Varinio. Este trató de cercar a Espartaco con una maniobra en tenaza, para lo que dividió sus fuerzas en tres columnas. Espartaco, bien informado por sus espías, aprovechó la división de las fuerzas romanas y derrotó separadamente a los dos ayudantes de Varinio. Luego atacó a las fuerzas mandadas directamente por él, al que estuvo a punto de capturar tras derrotarle. Como resultado de esta batalla, el movimiento de los rebeldes se extendió a todo el sur de Italia. Muchas ciudades fueron tomadas y saqueadas por los esclavos. El historiador romano Salustio habla de la desobediencia de Espartaco, de la masacre de los esclavistas y de las crueldades cometidas por los ex esclavos contra sus antiguos opresores. Dado que era imposible sostener una larga guerra de desgaste contra Roma, pues esta era inmensamente rica y podría rehacer sus fuerzas armadas una y otra vez, Espartaco elaboró un plan para salir de la península, marchando con sus tropas hacia el norte. En algún momento de estos sucesos, o posiblemente durante los asaltos del invierno a finales de 73 a. C., perdieron al líder Enomao.
Primera separación del ejército de esclavos.
En ese preciso momento surgieron disensiones entre los rebeldes, cuyo resultado fue la separación de un grupo de unos veinte mil hombres, compuesto en su mayor parte por los galos y germanos al mando de Crixo. Según lo que indica el historiador romano Salustio, las disensiones estaban relacionadas al parecer con el plan de acciones futuras: Espartaco quería que sus hombres salieran de Italia, pero Crixo y los suyos estaban empeñados en presentar batalla a los romanos, derrotarlos e incluso apoderarse de Roma, aniquilando al opresor. Asimismo, es posible que Crixo estuviese respaldado también por los estratos pobres de la población libre que se habían adherido a la rebelión y que, como es obvio, no tenían intención de dejar Italia. Mientras las tropas de Espartaco se dirigían hacia el norte, Crixo y su ejército se fueron hacia el sur para sitiar a Roma. Crixo no tenía la habilidad estratégica de Espartaco, y el pretor Arrio (ayudante de Gelio), los interceptó y aniquiló en Apulia, cayendo el mismo Crixo en el combate. Según cuentan los historiadores, los esclavos rechazaron el ataque de la legión y tras la victoria, se embriagaron bebiendo vino para celebrarlo. Cuando los romanos volvieron, los encontraron ebrios y los masacraron.
Batalla en los Montes Apeninos.
Mientras, en el 72 a. C. Espartaco, con maniobras brillantes en los pasos de los montes Apeninos, infligió una serie de derrotas a Léntulo, Gelio y Arrio, evitando las emboscadas que le tendieron los romanos y continuando el avance hacia el norte. Espartaco se enfrentó a la legión de Léntulo, la derrotó, se dio la vuelta y destruyó el ejército de Gelio, forzando a las legiones romanas a retirarse desbaratadas. Apiano afirma que Espartaco ejecutó a unos trescientos soldados romanos capturados para vengar la muerte de Crixo, forzándoles a luchar entre ellos hasta la muerte, como los gladiadores. Entre el 72-71 a. C., las tropas de Espartaco regresaron al sur, sitiando Roma. Así, la guerra de los gladiadores se extendió a toda la península por casi tres años. Los ejércitos consulares derrotados regresaron a Roma para reagruparse mientras los seguidores de Espartaco se desplazaban hacia el norte. Los cónsules volvieron a atacar a Espartaco en algún lugar de la región del Piceno y de nuevo fueron vencidos. También logró la victoria Espartaco en la batalla de Módena.
Sitio de Roma.
Aunque no hay una explicación clara de este asunto, se puede concluir que en ese momento los rebeldes estaban tan entusiasmados por su rosario de victorias que no se podía ni hablar de escaparse de Italia. Deseaban culminar su venganza tomando Roma, y Espartaco se vio obligado a someterse para no perder completamente el control de su indisciplinado ejército. Espartaco se acercó a Roma. Sabiendo que no podría ocupar la ciudad dadas sus poderosas fortificaciones, adoptó una postura pasiva. Los romanos, por su parte, habían confiado el mando supremo del ejército al pretor marco Licinio Craso, adjudicándole las diez legiones disponibles, aunque no eran de las mejores, pues los soldados estaban desmoralizados por las inauditas victorias de Espartaco. Habiéndose acercado ambos enemigos, Craso ordenó asumir una posición defensiva mientras elaboraba una estrategia para derrotar a los rebeldes, que consistía en encerrarlos en la montañosa región del Piceno, hasta que le llegaran más refuerzos. La batalla se libró en la región de Samnio, y las tropas de Espartaco vencieron a Mummio logrando salir del cerco. Tras esta victoria, Espartaco siguió su marcha hacia el sur. En vista de esta derrota, Craso decidió tomar medidas severas para restablecer la disciplina entre sus tropas. A los que huyeron ante el enemigo, los diezmó, un castigo que no se aplicaba desde hacía mucho tiempo, y que consistía en condenar a muerte a uno de cada 10 de los desertores. Ordenó a sus hombres que mataran a golpes a cada uno de los condenados. Como consecuencia de esta medida, nadie más osó violar las órdenes ni pretendió huir del enemigo.
Los intentos de escapar por el sur vía marítima.
Espartaco llegaba a Campania, hasta los alrededores de la ciudad de Turi, donde muchos mercaderes aparecieron para obtener el botín tomado por Espartaco. En Calabria, Espartaco entró en contacto con los piratas de Cilicia, quienes prometieron darle una flota para transportar las tropas rebeldes a Sicilia, con el fin de hacer de la isla un bastión rebelde inexpugnable, o simplemente huir por mar a otras latitudes. El Senado perdió la fe en Craso al ver que no podía vencer a los esclavos. Enviaron entonces contra los esclavos al general Pompeyo, recién llegado desde Hispania, y también a las legiones de Lúculo que desembarcó con sus tropas en Brindisi. La idea del Senado era cercar a los esclavos desde tres frentes: noroeste (Pompeyo), suroeste (Craso) y este (Lúculo). En total, los romanos sumarían unas veinte legiones (alrededor de ciento veinte mil hombres), de las cuales sobresalían las de Pompeyo, que regresaban de una campaña victoriosa en Hispania.
Batalla del río Silario. El final.
En el año 71 a. C. tuvieron lugar los últimos movimientos de la guerra. El ejército de Espartaco rompió el asedio de las legiones de Craso y se retiró hacia las montañas cercanas a Petelia. Hubo escaramuzas iniciales entre ambos bandos. Finalmente, se llegó a la batalla decisiva, que tuvo lugar en el río Silario. Según se dice, antes de la misma le llevaron su caballo a Espartaco, y él lo mató con su espada, diciendo: «La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré». Sitiados en el sur de la península y cercados por los ejércitos romanos, los rebeldes estaban dispuestos a vender cara su derrota y no volver jamás a servir a los romanos, pero no pudieron resistir a la superioridad de las legiones romanas. Al finalizar la batalla, de los ochenta mil rebeldes, sesenta mil habían perecido; en cambio, los romanos solo perdieron mil hombres. Según las fuentes romanas, no se pudo localizar el cuerpo de Espartaco. Los restos de las tropas rebeldes, aproximadamente veinte mil, se dispersaron. Algunos consiguieron huir y se refugiaron entre los piratas de Cilicia, puesto que la zona meridional de la península itálica tenía un importante tráfico comercial y pesquero con ellos. Pompeyo logró destruir a un contingente de rebeldes de diez mil hombres, que se dirigía hacia el norte tratando de salir de Italia por los Alpes, como era la intención inicial de Espartaco. Los romanos hicieron seis mil prisioneros, que fueron crucificados en el último tramo de la Vía Apia, entre Capua y Roma.


