Asociación Torrijos 1831.- La Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831, junto con el Círculo Cultural Irlandés de Málaga, ha conmemorado en el Centro de Interpretación Histórico José María Torrijos (Refectorio), el Día de San Patricio (17 de marzo). La razón fundamental de esta conmemoración está basada en la gran amistad personal que Torrijos mantuvo con Robert Boyd, irlandés nacido en London Derry, que con 4.000 libras esterlinas financió la expedición de los liberales provenientes de Gibraltar, en diciembre de 1831. Una actuación que al propio Boyd le costó la vida En el Refectorio existe un busto y, también, un cuadro dedicado a Robert Boyd. Además, por primera vez en nuestro país, se hecho un homenaje al famoso Batallón San Patricio, integrado por doscientos irlandeses que, estimando injusta la invasión que Estados Unidos protagonizó en 1847, sobre Méjico, y los atropellos llevados a cabo al sur de río Grande contra la población civil, decidieron combatir al lado del ejército mejicano. En el acto hubo una amplia representación de irlandeses. Para aquellos lectores que nos siguen habitualmente, exponemos las diversas secuencia del acto, a continuación.
Secuencias del acto. Primera parte: homenaje a Robert Boyd.
La secretaria de la Asociación Torrijos 1831, Flori Sastre, realizó la presentación de los homenajes a Robert Boyd y al Batallón San Patricio que, con motivo del día de la conmemoración del Día de San Patricio se iban a realizar. A continuación, Alicia Gallego, vicepresidenta de la Asociación Torrijos 1831, realizó una bella poesía en memoria de Robert Boyd.
Homenaje al Batallón San Patricio.
A continuación, nuestra compañera Loida Castro Rivas, americana hispano parlante, realizó un impresionante relato de la historia del Batallón San Patricio, así como de la represión final que se hizo con sus integrantes, ya que los miembros del Batallón de San Patricio capturados por el ejército estadounidense sufrieron muy duras represalias. Habían luchado valientemente en los más duros combates, causando muchas bajas a los estadounidenses en los campos de batalla. Los que formaban parte del ejército norteamericano antes de la declaración oficial de la guerra, el capitán Rilley entre ellos, fueron azotados de forma terrible, marcados con hierro candente en la cara, con la letra «D» de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los que entraron en el ejército mejicano tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores a los Estados Unidos, en el pueblo de San Jacinto, el 13 de septiembre de 1847, por orden del general Winfield Scout, justo en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazaba a la de México en lo alto de la fortaleza de Chapultepec. Cuando la bandera estadounidense alcanzó lo más alto del mástil se abrió la trampa del cadalso. Los que sobrevivieron a la guerra, desaparecieron de la historia. Unos pocos pudieron reclamar las tierras prometidas por el gobierno mejicano. John Rilley murió a finales de agosto de 1850 y fue enterrado en Veracruz, el 31 de agosto de ese año, con el nombre de Juan Reley, el mismo con el que se hallaba inscrito en los archivos del Ejército mejiicano. Ese mismo año, Méjico tomó la decisión de disolver el Batallón San Patricio.
Integrantes de la Asociación Torrijos 1831 dieron vida a John Rilley y a sus artilleros, en una representación de la batalla final de Churubusco, en cuyo convento los irlandeses resistieron hasta el final (20 de agosto de 1847).
En 2004, en una ceremonia oficial a la que asistieron numerosos dignatarios internacionales, los directores Lance y Jason Hool y muchos actores de la película El Batallón de San Patricio, el gobierno mejicano donó una estatua al pueblo de Irlanda como agradecimiento por el coraje, honor y sacrificio del Batallón de San Patricio. Esta estatua fue colocada en el pueblo natal de Rilley (Clifden), en el condado de Galway, en Irlanda. Todos los 12 de septiembre también se recuerda al Batallón en este pueblo, ondeando la bandera mejicana.
En una recreación histórica sin precedentes en Málaga, integrantes de la Asociación Torrijos 1831 dieron vida a John Rilley y a sus artilleros, en una representación de la batalla final de Churubusco, en cuyo convento los irlandeses resistieron hasta el final (20 de agosto de 1847). Después, se proyectó un corto de quince minutos, con la historia del Batallón san Patricio.
Cierre del acto.